Esta es otra de las recetuquis familiares de toda la vida que no me gustaría perder y que les pedí a mi madre y a mi tía que preparasen esta Semana Santa en el pueblo. Realmente se hacen con una salsa de almendras o salsa de tomate pero están tan buenas que en esta ocasión nos las comimos a pelo. Es una receta típica aragonesa que en ocasiones en las que no había bacalao, éste se sustituía por sardinas de cubo o por congrio (esas dos probatinas os las dejo a vosotros jeje).
Animaros a probarlas que están espectaculares. Además, es una buena manera de meter pescado a esos peques reacios a comerlo.
Ingredientes:
400 g de patatas
600 g de bacalao desmigado desalado
4 dientes de ajo
2 huevos
Perejil
Harina
Aceite de oliva
Sal
PREPARACION
Para desalar el bacalao, hay que ponerlo en agua fría y meter en la nevera durante un par de días cambiando el agua entre 3 y 4 veces. Escurrir bien y reservar
Cocer las patatas con piel en agua sin sal. Pelar y dejar enfriar. Cuando estén casi frías, se machacan con un tenedor hasta que queden completamente deshechas. Picar el bacalao lo más pequeñito que se pueda y mezclar con las patatas. Picar bien pequeñitos los ajos y el perejil. Incorporar los huevos sin batir, junto con el ajo y el perejil a la masa de las albóndigas. Mezclar muy bien con las manos.
Formar las albóndigas haciendo bolitas con las dos manos. En un vaso pequeño poner harina. Ir metiendo en el vaso una a una las albóndigas y, tapando con una mano la boca del vaso, agitar para que se cubran completamente con la harina.
Poner en una sartén aceite y freír las albóndigas.
Están deliciosas tanto calientes como frías así como con cualquier salsa que se les ponga.