En una palabra: IMPRESIONANTE
Llevaba ya bastante tiempo queriendo visitar este restaurante por las buenísimas críticas que había leído y por fin pudimos ir este sábado. Tengo que decir que todas las bondades que cuentan de este sitio son ciertas. La cocina de Ramcés González es realmente deliciosa y el servicio de sala que dirige Diego Millán es impecable.
Nos sorprendió gratamente cómo han conseguido hacer de un espacio reducido, un restaurante súper acogedor y con una decoración tan especial. Cabe destacar que en estos momentos tienen alojada una exposición fotográfica de César Ramos que es una auténtica maravilla de creatividad y originalidad (podéis ver sus fotos en el Instagram @myothervision).
Los fines de semana tienen una única fórmula de menú degustación a 35€ (bebida no incluida) y entre semana tienen un menú en torno a los 20€. Para mi, vale totalmente lo que cobran. Si queréis ir, más vale que lo hagáis cuanto antes porque estos chicos van directos al estrellato y no me extrañaría que las listas de espera para comer allí empezasen a hacerse eternas en breve.
La carta de vinos es más que adecuada y con precios que no se van en exceso (una botella de Tres Picos 20€ por ejemplo).
Este es el menú que tuvimos el lujo de probar.
Ya solo con leerlo, me entraban unas ganas de probarlo todo que ni os imagináis. Os recomendó probar en todos los platos los sabores por separado y luego mezlar todo.
Empezaron con unos aperitivos deliciosos y originales.
Copa de consomé de gambas con espuma de guisante y crujiente de jamón: El consomé era un concentrado de sabor que no os podéis imaginar y la combinación con la espuma de guisante y el jamón era realmente deliciosa. Riquísimo!!!!
Phoskito de aceituna del bajo Aragón: Quizás era el plato más sencillo de todo el menú pero no por ello era menos, además de que la presentación es originalísima. Todo el sabor de las aceitunas de nuestra tierra en un sólo bocado.
Filipino de espárragos: Un bocado realmente sorprendente. Una capa crujiente rellena de una deliciosa mousse de espárragos blancos. Para repetir una y mil veces.
Royal de erizos, manzana y jengibre: Aunque una vez mezclado el aspecto y textura en un poco de «potito» estaba increíblemente rico. Nunca había probado los erizos y me encantó el sabor de este plato. La combinación de estos con la acidez de la manzana y el frescor del jengibre hacen de este un plato redondo.
Acompañando a la Royal, nos pusieron este pequeño bocado ácido de manzana que me vino de lujo para limpiar el paladar y seguir con la degustación de más platos.
Tartar de chuleta a la brasa con helado de mostaza: Para mi uno de los dos mejores platos de la velada. El tartar estaba súper bien condimentado y aliñado. Al mezclarlo con el helado de mostaza y las gotitas de salsa de alcaparra, se completaba totalmente uno de los mejores tartares que he probado.
Huevo Mantequilla y Alcachofas: Este es el otro mejor plato de la velada para mi. Un delicioso huevo a baja temperatura, con una crema de coliflor, alcachofas fritas y un poquito de caviar. Los sabores por separado, impecables, pero al mezclarlo todo da un plato con un sabor sorprendente. Si me llegan a decir que un huevo con coliflor me iba a gustar….
Salmonete con suquet de trufa: A pesar de ser un plato delicioso y perfectamente ejecutado, a mi fue el que menos me gustó. El sabor fuerte del salmonete junto con el sabor potente de la trufa eran demasiado para mi. Aún así es un plato redondo, como todos los demás.
Carrillón de Ternasco de Aragón con Orejones: Perfectamente cocinado y acompañado de un original gnocchi de azafrán, es un plato lleno de sabor y de texturas. Mezclar la carne con el gnocchi o con la salsita de orejones hace que su sabor se potencie todavía más. Un colofón genial para los platos salados.
Donut de praliné con frambuesa liofilizada: El primer prepostre de la noche. Un delicioso y crujiente donut de chocolate blanco, rellenado con un cremoso praliné. Al añadirle la acidez de la frambuesa liofilizada, da un resultado sorprendente. En el caso de mi marido, el donut era de chocolate con leche, relleno con el mismo praliné y coronado con petazetas de chocolate.
Gominola de vainilla: Crujiente por fuera y blandita por dentro, con todo el sabor de la vainilla concentrado. Un bocado tremendamente sabroso presentado de una manera muy original.
Piña – Pasión – Mango: Es acordarme de este postre y ponerme a salivar de inmediato. Una gelatina de coco, helado de fruta de la pasión, merengues de mango, crema de piña… Ufff, una perfecta «macedonia» tropical con texturas sorprendentes. Todo mezclado o por separado, da igual, impresionante.
Labios de chocolate y frambuesa liofilizada – Merengues de frambuesa: Unos petit fours perfectos para redondear la velada. Sabores contundentes que permiten terminar la velada con un dulce sabor de boca.
Tengo claro que no va a ser mi última visita a Cancook ya que el concepto de estos chicos mola mucho. 100% recomendable. Recomendable además el reservar ya que suele estar lleno (este sábado mientras cenábamos entraron varias parejas a cenar sin reserva que no pudieron quedarse porque estaba lleno).