Hay pocas recetas en el mundo que me gusten tanto, sean tan fáciles y me traigan tan buenos recuerdos como esta. Cuando era pequeña, en mi casa se preparaban muchísimas veces como acompañamiento de carnes y, ahora de mayor, sigo teniendo debilidad por ellas. De vez en cuando me doy el capricho y me las preparo. Además, son una receta muy apropiada para llevar en tupper ya que al calentarla queda igual que recién hecha.
Tengo que reconocer que en ocasiones de vagancia total, he cogido un bote de patatas cocidas y las he usado para esta receta. No es lo mismo que con patata natural pero da el pego.
Animaros a prepararlas y veréis que ricas.
Ingredientes:
Patatas enteras (si son pequeñas mejor)
Ajos
Perejil fresco
Aceite de oliva virgen extra
Sal
Elaboración:
Poner las patatas en una cacerola y cubrirlas de agua. Añadir un puñado de sal (ya se sabe que las patatas son bastante sosinas) y poner a cocer. El tiempo de cocción varía mucho dependiendo del tamaño de las patatas. Si no son patatas muy grandes, con unos 20 minutos estarán hechas. Pinchar con un palillo para comprobar la cocción.
Pelar las patatas y cortar a rodajas o trozos no muy gruesos. Reservar
Pelar los ajos y picar. Picar también el perejil. Reservar
En una sartén, echar un buen chorreón de Aceite de Oliva Virgen Extra. Poner el ajo a trocitos y cuando empiece a tomar color añadir las patatas reservadas. Sofreír hasta que tomen colorcito y algún trocito se tueste (esto ya es a gusto del consumidor). Agregar el perejil y sazonar al gusto.
Servir calientes.