Si, lo se, me vais a acabar llamando pesada, pero cada vez que visito La Senda quiero más y necesito plasmar en el blog la experiencia vivida. Han surgido muchos restaurantes siguiendo su estela, pero para mi, La Senda de David Baldrich es especial, tan especial que cada año me autoregalo una cenita por mi cumple. Este año hemos ido con unos amigos que nunca habían estado y han salido totalmente encantados.
Como pequeña introducción para los que no conozcáis el restaurante os diré que tiene una capacidad de entre 20 y 25 comensales y que únicamente dispone de un menú degustación que va cambiando cada 3 meses aproximadamente. Dicho menú tiene un coste de 30€ + bebida, precio que no hace justicia a la calidad de sus platos.
Esta vez, David ha cambiado la carta de vinos. Ahora no los clasifica ni por «color», ni por Denominación de Origen… ahora nos los presenta clasificados por el tipo de copa en que se beben, algo que me ha parecido muy original. Sigue teniendo una amplia carta de vinos, apta para todos los gustos y para todos los bolsillos. Si algo caracteriza a los vinos de La Senda es que puedes tomar uno a tu gusto sin dejarte medio riñón al pagar.
Desde la última vez que fui, ahora hace un año, ha habido un cambio más. Ahora, en vez de servir 5 platos y postre, nos sirve 3 entrantes, 4 platos y postre, vamos, que David tiene ganas de currar jeje.
Para empezar, nos sirvieron «Margarita de bocado», una reinterpretación del cocktail margarita con diferentes texturas pero que al explotar en tu boca te recuerdan 100% a dicho cocktail. Aquí la zarpas de turno se lo cargó y tuvo que acabar cogiéndolo del mantel con una cuchara jeje.
Como segundo entrante, unas «Migas Actualizadas», un plato espectacular que combina las tradicionales migas aragonesas con unas migas realizadas con maltodextrina para deshidratarlas. El plato culmina con una espuma de longaniza y una esferificación de mosto. Brutal!!! En palabras de mis compañeros de mesa, que me traigan un pozal lleno!!!
El tercer y último entrante que nos sirvieron fue una «Cebolleta en tempura con Agripicante y Kimchi». Su nombre lo dice todo. Un platazo redondo, aunque para mi gusto un pelín demasiado picantón jeje.
Para continuar, un clásico que nunca pasa de moda «Huevo cocido a baja temperatura con bechamel de cebolla, jamón, hongos y ceniza de patata». Este es el único plato de la carta que nunca cambia. Como bien nos indican al presentarnos el plato, hay que probar cada ingrediente por separado y luego todos juntos. Sorprende mucho el sabor y textura de la ceniza de patata. Un plato realmente brillante.
Para continuar, nos sirvieron un «Arroz con champiñones y más cosas», un trampantojo que visualmente parecía morcilla. Arroz negro con romesco, crema de champiñones y espuma de vainilla. Una sorprendente mezcla de sabores super agradable al paladar. Para repetir.
Como plato de pescado nos sirvieron el que para mí fue el mejor plato de la noche: «Caramelo de tartar de atún con calabaza y pepino agridulce». En una palabra: IMPRESIONANTE. Un crujiente caramelizado relleno de tartar de atún sobre una salsita de calabaza y trozos de calabaza, con pepino agridulce, rizos de pan y gotas de ponzu. Como ya le dije a David, quiero la receta de ese tartar!!! Ay omá que rico.
Como plato de carne, David nos deleitó con un «Secreto laqueado con salsa oriental y alcachofas». Es un filete de secreto ibérico cocinado, en palabras del chef, como no se debe cocinar (plancheado y posteriormente muuuuy cocido). Otro plato con salsa picantona que lleva hilos de chili y va acompañado por alcachofas en tempura y un chip de maíz. Delicioso, la verdad.
Y como colofón, el postre: ¿Chocarán los planetas?. Una original composición para chuparse los dedos. Cada una de sus «piezas» está montada sobre tierra de oreo (de la que no dejé ni las migajas). El plato se compone de un meteorito, o lo que es lo mismo un profiterol relleno de crema de cacahuete, Saturno o mejor una esfera de chocolate rellena de crema de baileys, y La Tierra rellenita de crema de piñones. En el centro del plato, El Sol, un chupito de amaretto para terminar un plato redondo.
A destacar también su carta de tés e infusiones, que para los adictos como yo, es perfecta. Los cafés, muy bien preparados y acertados.
Para acompañar nuestra cena, seleccionamos un vino «A de Ayles» (uno de mis favoritos) cuyo precio, 16€, era más que adecuado.
Repetiremos???? Por supuesto!!!!!! Ya tengo reserva para mi cumple al año que viene jiji.
Sería interesante que al hablar de restaurantes mencionéis dónde están…La senda , la crónica te da ganas de visitarlo pero …. Gracias.Lola
Buenos días Lola,
Como no es la primera vez que escribo sobre el restaurante y porque todos los que pongo son de Zaragoza, he obviado su ubicación.
Indicarte que está en Zaragoza, concretamente en la Calle Fray Julián Garcés Nº24. Su lista de espera es muy larga, por lo que hay que reservar con bastante antelación (más en fin de semana).
Un saludo